La planta de tomate es originaria de Sudamérica, el tomate era consumido como un fruto silvestre hasta que su cultivo comenzó a realizarse por los aztecas, en México; los escritos hallados de dicha cultura en los que se encuentran recetas de cocina hacen referencia a un ingrediente de nombre “tomatil”.
Hay diferentes variedades de tomate, el color del fruto puede ser amarillo, café, morado, verde y rojo. El árbol de tomate, que en realidad no es un árbol sino una hierba perenne, pertenece a la familia de las solanáceas, en la cual se incluyen los pimientos y las papas, y tiene como nombre científico Lycopersicon lycopersicum.
Es curioso que la palabra Lycopersicon sea una palabra en latín que significa “melocotón del lobo”, que pretendía hacer una especie de analogía entre este fruto y el lobo, puesto que se pensaba que ambos eran igual de peligrosos. Los tomates, lejos de ser tóxicos, están llenos de propiedades benéficas y poseen un sabor agradable. Se trata de un alimento verdaderamente saludable.
Los españoles llevaron el fruto a Europa después de la conquista y un poco menos de un siglo después, tras haber descubierto que no era una fruta dañina, el tomate comenzó a popularizarse como ingrediente de diversas comidas.
El fruto de tomate contiene buenas dosis de las vitaminas y minerales que el cuerpo más necesita. Es una fruta muy versátil, hay distintas formas, sabores, tamaños y usos del tomate. Puede comerse crudo, agregarse a sopas, pastas, ensaladas, puede tomarse en jugo y de muchas otras maneras. Sin duda es una fruta excepcional.
Fuente: http://salud.ellasabe.com/plantas-medicinales/129-tomate-arbol-y-fruto