Comer bien,
hacer deporte, beber agua o ver menos televisión son algunas costumbres que los
niños deben aprender desde pequeños para llevar una vida sana. No hay que
esperar a que nuestro hijo tenga problemas de salud o sobrepeso para establecer
unos buenos hábitos de vida.
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Más fruta y verdura. Consumir
cinco raciones diarias de fruta y verdura.
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Menos proteínas. Reducir el
consumo de carne a dos o tres veces por semana y tomar pescado en la misma
proporción. Basta con comer cualquiera de estos una vez al día. Pero si tomamos
de uno, no conviene hacerlo del otro.
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Más cereales. Deben consumirlos
diariamente en forma de arroz, pasta o pan.
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Menos comida rápida. Limitar al
máximo la comida rápida y la bollería industrial (contienen mucha grasa y
calorías).
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También es importante hacer un buen desayuno para asegurarnos de
que nuestro organismo obtiene los hidratos de carbono que necesita por la
mañana.
El 70% de
nuestro cuerpo es agua, imprescindible para eliminar toxinas e hidratar todos
los órganos. Apostar por el agua como bebida familiar es una opción de salud.
Los jugos de frutas naturales son una buena alternativa, pero no conviene
abusar de ellos, ya que contienen demasiados azúcares. Podemos ofrecérselos a
los niños rebajados con un poco con agua.
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Los niños pasan frente a la pantalla entre tres y cinco horas diarias,
cuando lo recomendable es de una a dos horas.
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Conviene pactar con ellos un tiempo máximo y buscar otro tipo de actividades
para disfrutar del tiempo libre.
El juego y
el deporte son aliados imprescindibles para el buen funcionamiento del
organismo. Una hora de actividad física moderada al día mejora sensiblemente el
índice de masa corporal (relación entre peso y estatura) de los niños,
incrementa su rendimiento escolar e incluso su estado de ánimo. Pero no
olvides:
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Nunca debe convertirse en una obligación. Es más
importante que les divierta a que adquieran habilidades. Si les gusta, será más
fácil que lo hagan.