Sus beneficios son indiscutibles desde hace siglos. Las reinas egipcias Nefertiti y Cleopatra lo consideraban el mejor y más indispensable tratamiento de belleza por sus muchas propiedades, sobre todo por su acción regenerante.

Penetra en las tres capas de la piel (epidermis, dermis e hipodermis) y expulsa las bacterias.
Sus funciones cosméticas principales consisten en flexibilizar las fibras elásticas de las dermis, fortificar las de colágeno y estimular la reproducción de las células epiteliales (protectoras de los órganos) en el cuerpo.