En primer lugar es importante definir qué es la frustración. La frustración es un sentimiento que surge cuando no logramos conseguir nuestros deseos. Ante este tipo de situaciones, la persona suele reaccionar a nivel emocional con expresiones de ira, de ansiedad o disforia, principalmente.
El origen de la problemática no se encuentra en las situaciones externas en sí mismas, sino en la forma en la que el niño las afronta.
Educar a los niños con baja tolerancia a la frustración
Es fundamental enseñar a nuestros hijos a tolerar la frustración desde pequeños, a afrontar esas situaciones en que no consiguen lo que quieren, aunque eso signifique que de vez que veamos a nuestro hijo "sufrir". Pero ese sufrimiento es pasajero y muy poco comparado con el que puede sentir cuando se enfrente él sólo a los "NO" o a los problemas de la vida y no tenga a nadie que le "alivie".
Durante la infancia, los niños piensan que el mundo gira alrededor de ellos, que el mundo existe porque ellos existen, son egocéntricos, (es evolutivo), no saben esperar, (no tienen aún desarrollado el concepto del tiempo), y les cuesta mucho pensar en los demás y sus necesidades.
Los niños cuando son pequeños, quieren todo y lo quieren ya... y si no se lo damos, lloran, se enfadan, tienen rabietas... se frustran al no conseguir sus deseos.
Perfil de los niños con baja tolerancia a la frustración
Por lo general, los niños que no consigue enfrentarse positivamente a la frustración poseen un perfil así de aproximado:
- Son niños exigentes y demandantes.
- Buscan satisfacer sus necesidades en forma inmediata, por lo que frente a la espera o postergación de sus necesidades suelen presentar pataletas y llanto fácil.
- Les cuesta manejar las emociones.
- Más impulsivos e impacientes.
- Pueden desarrollar con más facilidad que otros niños problemas de ansiedad.
- Son poco flexibles y les cuesta adaptarse a las situaciones nuevas o que no son como se esperan.
Cómo enseñar al niño a tolerar la frustración
A manejar y tolerar la frustración se aprende desde pequeño, y depende en gran medida de lo que los padres hagamos.
Cuando un niño presenta baja tolerancia a la frustración, en parte será debido a los aprendizajes que haya tenido y en parte a su carácter. Por eso es fundamental tener claro como padres, que la frustración es un 'mal necesario' y que los niños tienen que saber gestionarlo.
Si el niño consigue siempre o casi siempre lo que quiere cuando lo pide, o tras una rabieta obtiene lo que deseaba o se libra de lo que no quería, o si le evitamos cualquier tipo de sufrimiento, (por que nos da pensar verle pasarlo mal, porque no queremos que sufra, o por no escucharle más...) no le enseñamos a manejar sus emociones y mucho menos sus conductas.
Por esto es fundamental enseñar a los niños a tolerar la frustración desde pequeños y para ello los padres debemos tener claras una serie pautas:
- Las normas y límites son fundamentales y han de cumplirse con tranquilidad pero con firmeza.
- El NO, aunque frustre a los pequeños, es necesario.
- Aprender a gestionar las rabietas cuando se produzcan, y no ceder ante ellas.
- Tener muy claro que la frustración es inevitable en la vida, y que si los pequeños no aprenden a manejarla y aceptarla, en su vida adulta les costará mucho más.
Si nos encontramos con que nuestro hijo es un niño con baja tolerancia a la frustración, como padres podemos reconducir esa situación, podemos reeducar al niño para que poco a poco aprenda a manejarla.
- Primero debemos analizar qué ha podido llevar a esa situación, (¿normas y límites poco claros?, ¿carácter?) y comenzar a cambiar lo que sea necesario.
- Ayudar al niño a diferenciar entre sus deseos y necesidades, ayudándole a entender que no siempre se puede tener lo que se quiere cuando se desea.
- Enseñarle a tolerar la demora del refuerzo o de conseguir lo que quiere. Si me pide algo, no dárselo inmediatamente, sino cuando pueda o yo como adulto considere oportuno y explicarle en qué momento lo tendrá, o por qué no lo tendrá.
- Cuando el niño se frustre, ayúdele a entender lo que le pasa. De donde viene su tristeza o su enfado, y que exprese con palabras lo que le ocurra.
- Establece y pon normas, límites y rutinas claros y acordes a la edad de los niños.
En el caso en que la situación nos desborde, acudir a un profesional que nos guíe y nos oriente siempre es la mejor opción. Nos ayudará a analizar la situación y nos ayudará en el proceso.