¿En qué consiste el aprendizaje vicario para los niños?

Alguna vez oíste hablar del aprendizaje vicario? Es un sistema de educación para los niños basado en la observación. Es decir, que tú, como padre o madre, eres un modelo para tu hijo y tendrás que enseñarle mediante el ejemplo y el manejo de los refuerzos positivos. 

Te explicamos en qué consiste el aprendizaje vicario para los niños y qué críticas ha recibido este modelo.


5 características del aprendizaje vicario para los niños

Siempre hemos dicho que los padres son los mejores maestros para sus hijos. ¿Sabes por qué? Porque los niños aprenden sobre todo del ejemplo que ven en sus padres. Aprenden por observación. En esto se basa exactamente el aprendizaje vicario, un sistema educativo que se centra en dar buen ejemplo, en servir como modelo para que el niño, mediante la observación y una serie de refuerzos, lo imite.

Aquí tienes algunas características del modelo de aprendizaje vicario para los niños, propuesto por el psicólogo canadiense Albert Bandura a finales de los años 70:

1. Se trata de un aprendizaje por imitación. Los niños imitan lo que ven. A partir de ahí, tomamos conciencia de que nosotros, como padres, somos el principal referente de imitación de los niños.

2. Aprendizaje también en las relaciones sociales. Los niños, al interactuar con otros niños, observan las consecuencias a sus comportamientos. Si ven que a otro niño le felicitan por haber recogido los juguetes, él tenderá a imitarlo buscando esa misma felicitación. 

3. Motivación. El niño imitará el comportamiento de otros si se siente motivado a hacerlo. La motivación y los incentivos juegan en este estilo de educación un papel esencial.

4. Los refuerzos. Para que un niño quiera imitar un comportamiento, necesitará sentir que ha servido para algo. Esto se consigue mediante los refuerzos positivos. Felicitar a un niño por algo que hizo es de vital importancia para que sepa que realmente es el camino que debe seguir. 

5. La atención. Para que el niño observe y aprenda del ejemplo debe prestar atención y estar concentrado. Por eso, otro de los puntos fuertes en este sistema educativo es potenciar y mejorar la atención de los niños, para que puedan ser más receptivos a lo que ven.

Este sistema de aprendizaje, el aprendizaje vicario, parte de una teoría de aprendizaje social, y puede que sea una transición entre el conductismo y la psicología cognitiva. Los niños, aprenden mediante la observación que hacen de su entorno. Antes de probar, observan qué ocurre cuando otros se comportan de una u otra manera.  Esto evita muchos tropiezos y errores. Solemos decir que aprendemos de nuestros propios errores, pero de otros errores nos libramos porque ya vimos lo que sucedía en otros. 

En definitiva, según la teoría del aprendizaje vicario, los niños aprenden de 'modelos' educativos (que pueden ser sus padres, profesores, familiares...). Y no solo aprenden conductas a imitar, sino aquellas que no les reportarán ningún beneficios. También aprenderán roles de género y determinados valores que le servirán a lo largo de toda su vida. Además, los niños tenderán a imitar más el ejemplo de aquellos con quien se identifican más. Según esta teoría, los niños tienden a imitar más el ejemplo de su padre y las niñas a imitar el ejemplo de sus madres.

Las críticas al aprendizaje vicario de los niños
Este tipo de aprendizaje cree en los castigos como forma de modelar la conducta de los niños, y en la relevancia del ejemplo de las personas más cercanas a él. Sin embargo, se presentan muchas lagunas. No todos los niños que tiene un padre violento tienen que ser de mayores violentos. Y sin embargo, de familias modélicas pueden surgir niños agresivos. 

La teoría del vicario deja bastante apartado un tema esencial en el aprendizaje de los niños: las emociones. La inteligencia emocional juega un papel esencial en el desarrollo de los niños. No solo imitan lo que ven, sino que interiorizan ciertos sentimientos y emociones y las canalizan de muy diversas maneras. 

Otra de las críticas que recibe este aprendizaje es el uso de castigos para demostrar a un niño por qué no debe volver a repetir un comportamiento. Muchos otros psicólogos han demostrado que los castigos no funcionan, ya que el niño lo único que piensa es que es 'malo', no que ha hecho algo mal.