El estudio Aladino, desarrollado por la Agencia Española de
Seguridad Alimentaria y Nutrición, revela que casi la mitad de niños de 6 a 9 años padecen sobrepeso u obesidad en
España. El cambio de hábitos sociales, alimentarios y de ocio está en la raíz
de uno de los mayores factores de riesgo en enfermedades cardiovasculares o
diabetes.
El índice de masa corporal (IMC) de los niños españoles está
cambiando a peor desde hace al menos una década. Pese a los esfuerzos vertidos
desde las instituciones públicas para promocionar una dieta equilibrada y
saludable, la llegada de nuevos hábitos sociales, alimentarios y de ocio ha
acabado haciendo mella negativamente en una de las franjas más vulnerables de
la población, la de niños en edades comprendidas entre los 6 y los 9 años. Ser
varón, pasarse más horas de lo debido sentado frente al ordenador o la consola
encerrado en la habitación o comer en casa, esto último sorprendentemente,
aumenta el riesgo de sobrepeso o de obesidad.
Los números, de acuerdo con el estudio Aladino de la Agencia
Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, del Ministerio de Sanidad, son
elocuentes: el 45,2% de los niños y niñas entre 6 y 9 años tienen un exceso de
peso de acuerdo con el estándar definido por la Organización Mundial de la
Salud. Buena parte de ellos padecerán el mismo problema cuando alcancen la edad
adulta, por lo que el riesgo de enfermedades evitables, en particular diabetes
y cardiovasculares, aumentará en proporción.
Números y causas
El estudio, basado en entrevistas a casi 8.000 niños de
ambos sexos entre octubre de 2010 y mayo de 2011, sienta nuevas bases de
referencia homogeneizados de acuerdo con criterios internacionales y
perfectamente comparables con los de otros 16 países para los que no existían
datos suficientes. También actualiza los españoles, ya desfasados, y lo que es
más importante, establece valores objetivos para los que diseñar estrategias
preventivas en salud, especialmente necesarias a la luz de los resultados
obtenidos.
Y los resultados ponen de manifiesto que prácticamente 1 de
cada 4 niños y una proporción similar de niñas tienen sobrepeso, entendiendo
este como “una desviación estándar” del valor medio del índice de masa corporal
definido por la OMS en 2007 como el correspondiente a “cómo deberían crecer los
niños en condiciones adecuadas, en lugar de cómo crecieron en un determinado
lugar y tiempo”. De acuerdo con esta definición, obesidad se definiría
estadísticamente como “dos desviaciones estándar”. De nuevo los niños, con un
22%, frente al 16,2% de las niñas, son quienes se llevan peores resultados.
Aunque la obesidad y el sobrepeso están ampliamente
representados en todos los estratos sociales. La prevalencia es claramente
mayor en aquellas familias cuyos ingresos son menores. Los valores alcanzan el
50% cuando la renta familiar no llega a los 1.500 euros mensuales y el 46,5%
cuando se sitúa entre 1.500 y 2.500 euros. Desciende hasta el 39,5% cuando los
ingresos son mayores.
La acelerada pérdida de hábitos saludables ha determinado
un aumento de peso en niños de 6 a 9
añosLos expertos estiman que el abuso a la bollería industrial y a la comida
rápida, en general poco variada y con exceso de grasas, aunque mucho más
asequible económicamente, son factores que guardan una relación directa con
esta tendencia. Una explicación que, según parecen confirmar los resultados
obtenidos en el estudio, se complementa con el del nivel de estudios de los
progenitores. El exceso de peso se manifiesta con mayor contundencia en
aquellas familias donde los padres apenas han logrado superar los estudios
primarios o secundarios, mientras que cae cuando se cuenta con estudios
universitarios. Las diferencias oscilan, en cualquier caso, entre el 47,6% para
los primeros y el 41.2% de los últimos. Es decir, la educación, como era de
esperar, influye, pero no parece tener un valor tan determinante.
Sí se le podría atribuir, no obstante, a los hábitos de ocio
de niños y niñas. Tener ordenador en su propia habitación, o consola o
televisión, favorece claramente el exceso de peso. La prevalencia es
estadísticamente significativa, puesto que hay hasta 6 puntos porcentuales de
diferencia, pero los valores son igualmente altos tanto si la electrónica forma
parte del mobiliario infantil como si no. Lógicamente, cuantas más horas ante
las pantallas, mayor es la tendencia al exceso de peso.
Las cosas del comer
Entre los datos que mayor sorpresa han causado destacan
sobremanera los que señalan dónde comen los niños. Las estadísticas revelan que
el 54,3% comen habitualmente en casa, mientras que el resto lo hace en el
comedor escolar. Y son los que comen en casa los que presentan mayor índice de
masa corporal, con un 47,6% frente al 43% de los que comen en el colegio.
La explicación más plausible a este fenómeno, según los
expertos, tiene que ver con el mayor control de las dietas que se sirven en los
comedores escolares, mucho más equilibradas que antaño y sujetas, cada vez más,
a criterios diseñados por nutricionistas. No obstante, los valores para ambos
casos, se coma en casa o en el colegio, son alarmantemente altos y revelan que
una única comida equilibrada no basta para mantener un estado saludable de
peso. Ese equilibrio se demuestra demasiado frágil justo a la salida de la
escuela.
Un problema global
El sobrepeso y la obesidad infantiles se han asociado
tradicionalmente con la existencia de escasos recursos económicos y niveles de
estudios básicos. La preeminencia de grasas y azúcares en la dieta, ambos
considerados factores adictivos cuando se consumen en exceso, son frecuentes
cuando la economía o la educación son insuficientes. Y sus consecuencias para la
salud son más que conocidas. Desde una mayor prevalencia de diabetes o
enfermedades cardiovasculares, hasta intervenciones quirúrgicas de riesgo por
desajustes metabólicos o muertes prematuras.
Lo que se ha convenido en llamar “epidemia silenciosa” explotó
virulentamente en Estados Unidos hace ya un par de décadas y se ha extendido
paulatinamente a Europa. Italia o Portugal, hasta hace bien poco santuarios de
la dieta mediterránea, son, junto a España, los países donde mayor sobrepeso
infantil existe.
Y del mismo modo que la epidemia de obesidad se ha extendido
a Europa, también ha pasado lo mismo entre quienes cuentan con mayores recursos
económicos o niveles educativos. Aunque la prevalencia sea menor, los datos
indican claramente que no hay estrato social que se libre de ella, por lo que
es obligado pensar en medidas preventivas que vayan más allá. Y lo que parece
más claro es que el sedentarismo, junto a hábitos que obligan a la comida
rápida, siguen siendo los principales culpables.