UNA VEZ A LA SEMANA
Es conveniente que una vez por semana les
prestemos un poco más de atención. Podemos aprovechar el momento del baño para
proporcionarles algunos cuidados más específicos. Además se recomienda mantener
los pies sumergidos en agua tibia durante un rato, a fin de reblandecerlos.
Podemos añadir al agua unas gotas de un aceite esencial, por ejemplo, de
romero, que es un potente antifungicida.
Tras el baño aplicaremos en los pies un
exfoliante corporal y luego frotaremos suavemente con una piedra pómez. La
acción combinada de estos dos productos ayuda a eliminar mayor cantidad de
células muertas. Al acabar, aclararemos los pies con abundante agua fría como
podamos soportar. De esta manera se estimula la circulación de la sangre en
esta zona.
Acabaremos con un secado minucioso de los pies
y después aplicaremos crema de durazno.
UNA VEZ AL AÑO
Se recomienda visitar al podólogo una vez al
año, si no hay trastornos que recomienden aumentar las frecuencias de las
visitas. En esta consulta, el especialista determinará cuál
es el estado de los pies y si hay que seguir
algún tratamiento especial. A veces, es necesario el uso de plantillas para
corregir la postura del pie o de los dedos. Muchos ‘’vicios’’ en la manera de
andar y muchos trastornos de espalda, tienen su origen en una mala posición de
los pies. La forma de andar también es responsable de la proliferación de
durezas y callos.